Nunca es tarde…

Quizá no debería comenzar mi primera publicación diciendo que he tardado 6 años en lanzar mi web (es un poco como tirar piedras sobre mi propio tejado), pero lo voy a hacer porque he aprendido la lección y me apetece compartirlo.

Sí, 6 años… Durante todo ese tiempo he estado decidiendo qué plataforma usar, he cambiado de plantilla al menos 4 veces, he creado diferentes secciones que luego no sabía muy bien cómo enfocar, he estado cambiando continuamente de opinión sobre qué trabajos mostrar, he querido crear una ficha extensa de cada uno de ellos, me he planteado ofrecer la opción de suscribirse y enviar periódicamente una newsletter con las nuevas publicaciones a mis desesperados suscriptores…

Hasta que por fin lo he visto claro, lo importante es primero lanzar la web (con lo imprescidible) y luego añadir, cambiar o corregir lo que sea necesario. Y aquí está la web (se aceptan opiniones), ya no hay marcha atrás, todo lo que queda por recorrer es hacia delante. La lección que he aprendido es que el exceso de planificación paraliza, bloquea (y mucho). Hacer páginas webs para los demás es mucho más sencillo, sabes qué quiere tu cliente o qué camino es el más acertado y hay una retroalimentación constante, no se produce ningún bloqueo (y si el cliente se siente bloqueado sabes qué debes hacer para sacudirlo y desbloquearlo), pero hacerlo para uno mismo… Al final va a ser verdad eso de que en casa de herrero cuchillo de palo (¿O era cuchara?)

En este blog iré compartiendo nuevos proyectos, ideas y todo lo que crea que te puede interesar, ¿Me acompañas?

Nunca es tarde…

Quizá no debería comenzar mi primera publicación diciendo que he tardado 6 años en lanzar mi web (es un poco como tirar piedras sobre mi propio tejado), pero lo voy a hacer porque he aprendido la lección y me apetece compartirlo.

Sí, 6 años… Durante todo ese tiempo he estado decidiendo qué plataforma usar, he cambiado de plantilla al menos 4 veces, he creado diferentes secciones que luego no sabía muy bien cómo enfocar, he estado cambiando continuamente de opinión sobre qué trabajos mostrar, he querido crear una ficha extensa de cada uno de ellos, me he planteado ofrecer la opción de suscribirse y enviar periódicamente una newsletter con las nuevas publicaciones a mis desesperados suscriptores…

Hasta que por fin lo he visto claro, lo importante es primero lanzar la web (con lo imprescidible) y luego añadir, cambiar o corregir lo que sea necesario. Y aquí está la web (se aceptan opiniones), ya no hay marcha atrás, todo lo que queda por recorrer es hacia delante. La lección que he aprendido es que el exceso de planificación paraliza, bloquea (y mucho). Hacer páginas webs para los demás es mucho más sencillo, sabes qué quiere tu cliente o qué camino es el más acertado y hay una retroalimentación constante, no se produce ningún bloqueo (y si el cliente se siente bloqueado sabes qué debes hacer para sacudirlo y desbloquearlo), pero hacerlo para uno mismo… Al final va a ser verdad eso de que en casa de herrero cuchillo de palo (¿O era cuchara?)

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